jueves, 23 de septiembre de 2010

Una República de Papel:


L’Espagne Républicaine

(1945-1949)

Ángel Bahamonde Magro y

Juan Carlos Sánchez Illán


por Pablo Portales

De la documentación privada de la trayectoria de Ricardo Gasset en la Universidad Carlos III, del copioso intercambio epistolar de éste con sus colaboradores, correligionarios y amigos, y de las 193 ediciones de L’Espagne Républicaine desde el 30 de junio de 1945 y el 2 de mayo de 1949, se despliega una de las experiencias periodísticas más significativas del exilio republicano y una selección de 42 textos publicados en el periódico. L’Espagne Républicaine fundada por Gasset en Toulouse, símbolo del exilio español, tuvo la singularidad de ser independiente del gobierno en el exilio, de los partidos y de los sindicatos.

El semanario L’Espagne Républicaine circuló por el universo de los sueños liberados, de la euforia de los exiliados republicanos terminada la Segunda Guerra Mundial. Derrotado el nacismo de Hitler y el facismo de Mussolini, luego parecía tocarle al falangismo representado por el general Francisco Franco.

La idea de la publicación era contribuir a la cohesión de los exiliados tras la política de convencer a Inglaterra, Francia y Estados Unidos a romper con Franco y ejercer presión hasta que dimitiera; formar un amplio gobierno provisional; restablecer las libertades públicas y garantizar a los españoles a que eligieran sobre su régimen político.

La aventura editorial de Gasset y de su socio, el gerente Antonio Boya, se distribuyó con una tirada entre 10 y 14 mil ejemplares, editado una parte en castellano y otra en francés, produjo un gran impacto, favorables comentarios y un interés en colaborar.

El desafío fue sostener su viabilidad con un grupo de periodistas calificados y colaboradores de prestigio, una distribución eficiente y unos ingresos por su venta directa y suscripciones, pero ésta pronto comenzó a decaer por falta de recursos para organizar una buena gestión y una eficiente distribución en Francia y el extranjero.

A lo anterior se agregó la salida de algunos de sus principales redactores, pero lo más gravitante fue el deterioro político de las instituciones del exilio y la decepción y desinterés consecuente de numerosos exiliados - los potenciales compradores- que gradualmente pasaron a ocuparse de sus propias actividades.

Las altas expectativas en los grandes países occidentales se fueron desvaneciendo. Ya en Potsdam sólo acordaron la no entrada de España en Naciones Unidas. Más tarde se limitaron a declarar que no colaborarían con el régimen, pero nunca comprometieron una ruptura con Franco y menos presiones desestabilizadoras.

La opción por la no intervención y, por lo tanto, no provocar la caída de Franco afectó a la política del socialista Indalecio Prieto: abrirse a los sectores monarquistas y acordar un plebiscito sobre el futuro régimen y a la del gobierno en el exilio de Martínez Barrio y Albornoz de restablecer la legitimidad republicana de 1936.

L’Espagne Républicaine distanciada del gobierno en el exilio, se matriculó con el ideario “posibilista” de Prieto. Luego abandonó la marca republicana, cuando en la edición del 15 de octubre de 1948 apareció con el nombre L’Espagne pour la Liberté, pour la Démocratie et pour la Concorde.

La oposición “republicana agresiva” establecida dentro del semanario en la sección “Sagitario” desapareció con la renuncia del periodista Mario Aguilar: “usted cree (dirigiéndose a Gasset) en eso tan divertido de la concordia, el pacto por ahora metafísico… usted no considera viable la República y quita el letrero que le anunciaba”.

Un año después, desilusionado, Ricardo Gasset imaginó un nuevo sueño: formar una plataforma de personalidades democráticas y crearse un nuevo espacio periodístico en España. Para ello pactó con el Ministerio de Asuntos Exteriores su repatriación a cambio del pago de sus abultadas deudas. No pudo hacer ni lo uno ni lo otro.

El semanario, convertido en quincenario cuatro meses antes de su desaparición, terminó de publicarse el dos de mayo de 1949. Lo hizo cuando su público, desmoralizado, sin esperanzas de triunfo, de retornar a España, ya no lo necesitó, más todavía cuando su ideario ya no era la república, sino “lo que fuera posible” que se tradujo en nada o, mejor dicho, en la consolidación de la dictadura de Franco.










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